La RSE como medio para llegar al bien común

La sociedad es un conjunto de individuos. Todos juntos formamos una sociedad, es por ello que de nosotros, depende la situación en la que nos encontremos. Tal vez genere un poco de dificultad imaginar una comunidad donde todas las personas tengan lo que necesitan y lo que desean gracias al apoyo de terceros. Esto ocurre porque dentro de la individualidad, la falta de empatía y buscar a toda costa el bienestar propio, se vuelve una escuela que la misma sociedad te enseñan, lo que queremos decir es, la falta de valores como la empatía, hace que el ser humano se hunda por sí mismo.

México tiene una cultura inigualable, forjada ante las tradiciones y las costumbres que parten desde el núcleo familiar. Desde pequeños, nos enseñan a velar por los intereses individuales y los del grupo, nuestra familia. Sin embargo, con el paso de los años o me gustaría llamarlo, con el paso de las experiencias, vamos perdiendo la empatía que se nos ha inculcado. Incluso un saludo amistoso puede mejorar el día de alguien. Esos niños de antes algún día se convierten en adultos que educarán a futuros adultos, pero que en la actualidad, son los protagonistas de la situación de la sociedad.

Es importante satisfacer nuestras necesidades. Velar por nuestros intereses y buscar lo que nos haga feliz. Ser una persona plena y en armonía. Cuando estamos conectados con nosotros mismos, con lo que queremos y con lo que no, con lo que podemos permitir y lo que definitivamente no, nos volvemos conscientes del respeto hacia nuestra persona y que por ende, también debemos darlo hacia otros. La empatía, juega un rol muy importante, ya que pensar en la situación de la otra persona y como una decisión tuya, puede afectarle a terceros, es el comienzo de un acto solidario en el que no se ignora el ambiente donde vivimos, y que se encuentra en total consciencia que las elecciones diarias que realizamos, impactan a otras personas, olvidemos si el impacto es grande o pequeño, desde que existe una consecuencia, eres responsable de ella.

Piensa por un momento en una decisión personal que tomaste hoy mismo, ¿en qué pudo impactar esta acción a otra persona?, sí compraste un producto, generaste ingreso a una empresa que pagará un sueldo, sí elegiste caminar y no utilizar un medio de transporte, le diste a tu cuerpo un movimiento que favorece a tu salud cardiovascular, sí hoy decidiste platicar con una persona más tiempo, probablemente tú llegarás tarde o le hiciste el día por algún cumplido. ¿Ya pensaste en tu actividad qué hoy generó un impacto?, ahora multiplica todas esas decisiones por los millones de mexicanos que habitamos en este país. Las consecuencias de nuestras acciones siempre tendrán repercusión, sean positivas o negativas, por ello la importancia de trabajar en conjunto para buscar satisfacer las necesidades de todos y a mayor medida los deseos.

El trabajo en equipo nunca ha sido fácil, sobre todo cuando debes hacerlo con personas que no conoces, pero eso se puede remediar, lo que en ocasiones no tiene arreglo, es el egoísmo que suele invadirnos con los cuestionamientos ¿y por qué yo no, y él sí?, ¿y por qué yo, sí alguien más puede hacerlo?, el temido ¿y por qué yo? Sí te has encontrado con alguna persona así o tú eres una de ellas, te contestamos. Tú porque eres un ciudadano que convive en esta sociedad, tú porque eres una persona que necesita de los demás tanto como ellos de ti, tú porque tienes las capacidades y alguien está confiando en ti para hacerlo, tú porque a diferencia de los que no quieren hacerlo, eres una buena persona, que fue inculcado bajo los valores familiares de buscar el bien común del grupo y en caso de no haber tenido esa filosofía, no te preocupes, también estamos para romper patrones. Apoyar a tu prójimo no es un acto de débiles, es un acto de valientes, porque aun sabiendo que probablemente no recibirás nada a cambio, decides dar lo mejor de ti.

Piensa en todas las acciones que has realizado y que se suman al bien común, ceder el asiento, controlar tus emociones, brindar tu apoyo, darle tu tiempo a alguien, recoger basura o esperar a casa para tirar la tuya, sonreírle a alguien, dar un detalle, generar empleos, cuidar de tu empleo, cuestionar sí los métodos, procesos o sistemas realmente funcionan o buscar una alternativa más oportuna. Todos y cada uno de esos detalles, hacen siempre la diferencia. Formemos una mejor sociedad ahora, para que en un futuro podamos darles a los nuevos adultos un ejemplo de cómo es posible trabajar con desconocidos para encontrar el bien común.

La RSE y la utilidad

Apoyar al círculo que te rodea, evitar problemas sociales y medioambientales, crear una cultura de prevención y no de corrección, son unas de las tantas consecuencias positivas que aporta la Responsabilidad Social Empresarial, sin embargo, estos no parecen suficientes beneficios para algunos empresarios. Tomar conciencia y aportar a la mejora de la sociedad no sólo consiste en dar, también en recibir. Cualquier decisión conlleva a un resultado que puede impactarte de forma positiva o negativa, la RSE genera un cambio positivo a la sociedad y tus stakeholders pero, ¿cómo benefician las acciones socialmente responsables a los empresarios?

Cuando hablamos de utilidad, generalmente el primer significado que recurre a nuestra mente es el uso que podemos darle a algo. Hemos reflexionado anteriormente sobre el impacto que genera la RSE en la sociedad, para qué nos ayuda y cómo podemos ejercerla. En esta ocasión analizaremos cómo repercute en la utilidad realizar acciones socialmente responsables.  Antes de comenzar, imagina que la empresa funciona como un engranaje, donde todas las áreas están conectadas y dependen unas de las otras para su correcto funcionamiento, de esta manera también funcionan los beneficios que se generan sí tu empresa es socialmente responsable.

Mayor productividad

El apoyo a tus colaboradores genera una mayor productividad, ya que los haces sentir parte de la empresa y reconoces su labor dentro de la misma. Cuando tenemos un gran índice de productividad, los colaboradores realizan sus tareas con mayor eficacia e incluso felicidad, ¿has escuchado la frase “amo lo que hago”?, busca que tus colaboradores amen el lugar y las tareas que realizan, que se sientan importantes ya que sí ellos no estuvieran desempeñando esa labor, alguna parte de la empresa no funcionaría como ahora lo hace. Al capacitarlos generas capital humano preparado y con herramientas intelectuales para hacer frente a cualquier reto que se les asigne, tienden a generar nuevas ideas para ejecutar sus deberes y hacerlo de una forma más eficaz. Recuerda que debes cuidar a tus colaboradores y así ellos cuidarán de tu negocio.

Credibilidad.

Las generaciones de ahora, buscan algo más allá que satisfacer sus necesidades con el primer producto que les agrade, las cosas han cambiado y cada día los consumidores se preocupan más por adentrarse en el mundo de la empresa, esto quiere decir que se informan sobre las decisiones que cada una toma con respecto al impacto social, económico y medioambiental que el consumir esas marcas puede generar. La credibilidad será uno de los mejores resultados que te dará la Responsabilidad Social, ya que genera un acercamiento y una relación de confianza consumidor – empresa, esto se debe a que el consumidor estará consciente que al adquirir esos productos, está apoyando a la generación de empleos en comunidades, que los residuos de ese producto no generan tanta contaminación o que la empresa apoya a personas en situación de vulnerabilidad con una parte de las ganancias. La RSE también cuida tu imagen y explica a tu mercado quién eres realmente. Cuida siempre tus productos, marketing y procesos, ya que sí en cualquier momento tus acciones contradicen lo que tu comunicación les dice a tus consumidores, la credibilidad se romperá en un breve instante y para tus clientes, te volverás como una de las tantas empresas que por sí solas se han puesto la soga al cuello. En caso contrario, la credibilidad te llevará al siguiente beneficio, el posicionamiento.

Posicionamiento.

El posicionamiento no es nada más que el lugar que ocupas en la mente de tu consumidor. El nivel de preferencia que tienes ante otras marcas y/o productos que ofrecen lo mismo que tu empresa al mercado y esto, se logra a través del marketing y como mencionamos anteriormente, la credibilidad que generas hacia el consumidor. Cuando la empresa se convierte en una de las favoritas en el mercado y sus productos son los más elegidos, se debe al reconocimiento, al amor a la marca y a los pensamientos que el consumidor tiene sobre la misma. Si tu empresa es socialmente responsable, se tiende a crear una simpatía entre el consumidor y esto influye en su decisión de compra. Tener un buen posicionamiento, incrementa las ventas de la empresa, por tanto, la utilidad aumenta.

Sin hablar de temas contables, podemos demostrar que la Responsabilidad Social Empresarial nos aporta muchos más beneficios de los que se pueden ver a simple vista. Los mencionados anteriormente, son la punta del iceberg y podemos encontrar muchos otros, como la creación de nuevas tecnologías que contaminen menos, estas suelen ser una inversión fuerte que genera ahorros a largo plazo o las capacitaciones, cursos o apoyos en obtener grados a tus colaboradores, su conocimiento e ideas, pueden ser compartidas para generar una mejora continua dentro de la empresa. La RSE hará que tu utilidad sea tangible e intangible, pero siempre habrá un retorno que te favorezca.

La RSE bajo la perspectiva individual

La Responsabilidad Social Empresarial, se puede definir por el conjunto de acciones y decisiones que una organización ejecuta con la finalidad de buscar el bien común y mejorar las condiciones de vida de sus stakeholders. Sin embargo, ¿Qué es un conjunto sin partir de lo individual?

Antes de formar parte de un grupo, nos encontramos nosotros en el centro como individuo. Diariamente tomamos cientos de decisiones, unas sencillas y otras más complejas que requieren un nivel de análisis mayor y con ello, podemos estar de acuerdo que la toma de decisiones conlleva consecuencias que pueden generar beneficios o efectos negativos y sea cuál sea el resultado, lo más importante es asumir la responsabilidad de las consecuencias.

Por mucho tiempo, hemos convivido entre grupo, rigiéndonos sobre las decisiones que la sociedad en general toma, sin embargo, no nos percatamos del impacto que una pequeña o gran decisión propia, puede generar a terceros. De esto parte la Responsabilidad Social, me hago responsable de las decisiones que tomo y asumo los retos que esto conlleva, además, analizo cada escenario como resultado de mi elección y me pregunto, ¿podría yo hacerme cargo de esa situación?, un claro ejemplo de lo mencionado, es el  problema más común que nos enfrentamos, la basura en las calles, muchas personas no hacen consciencia de la consecuencia de arrojar residuos, además de la contaminación, la basura desencadena inundaciones al obstruir las coladeras, y aun así, las personas se preguntan por qué pasa e incluso se molestan sí esto les afecta, pero ¿se preguntaron al tirar basura en la calle, sí serían capaces de hacerse responsables de la consecuencia?, es difícil creer que exista alguna persona que le guste las inundaciones.

Así como el ejemplo de la basura en las calles, hay muchos más que impactan no solo el medio ambiente, también a tu comunidad, familia, amigos, compañeros de trabajo e incluso personas que tal vez no conozcas. Es por esto que la Responsabilidad Social nace de uno mismo, parte de reconocer que existe una problemática o situación que debe ser resuelta de la mejor manera posible y que la elección, debe impactar a menor o mayor medida posible a tu círculo. Otro ejemplo de elecciones, consecuencias y responsabilidades, son las elecciones para elegir a nuestros gobernantes. Como ciudadano, tienes la responsabilidad de ejercer tu voto de forma inteligente, informada y pensando en el bienestar del país (esto genera un bien común), pero sí tú como otros ciudadanos, decide no salir a votar, tu decisión ha sido no dar tu opinión, no externar tus preferencias y ello conlleva a que otras personas decidan por ti, ¿estás dispuesto a respetar la decisión que otras personas tomaron, aunque esta no sea de tu agrado? , no podemos dejarle la responsabilidad de uno a otros, no podemos culparlos de las consecuencias que nosotros mismos hemos provocado, porque desde decir un no, ya decidiste y ya impactaste a tu alrededor. Esto mismo ocurre cuando llevamos estas elecciones a tu empresa, la forma en la que ejerces tus principios y valores, son un reflejo de lo que tú en lo individual realizas consciente o inconscientemente durante tu rutina diaria.  Recuerda que antes de colocarte una etiqueta de empresario, jefe, líder, colaborador, compañero, pareja o hermano, eres un individuo que tiene autonomía e independencia y que aprender a guiar tus decisiones básicas, te ayudarán a ser más resiliente cuando tengas situaciones personales o laborales más complejas.

Aprendamos a hacernos cargo de nuestra suma o resta que aportamos a la sociedad, busquemos mejorar y no señalemos cuando se busquen responsables, porque recuerda que a mayor o menos medida, todos somos formamos parte para la solución o incremento del problema.

La responsabilidad social empresarial tras la pandemia

Nunca antes había sido tan importante preguntarse los “para qué”, quizá porque las reflexiones habían sido dejadas a los académicos o teóricos de la economía. Sin embargo, la pandemia del Covid ha obligado a las empresas a regresar a su origen, enraizado en el más puro sentido social.

La actual crisis exige respuestas rápidas, pero no por ello superfluas. Hay que recordar la frase de Henry Ford: “un negocio que no hace algo más que dinero es un negocio pobre”. Sin duda, esto plantea un punto de partida, pero no marca una ruta.

La responsabilidad social empresarial (RSE) ha sido un concepto revolucionario desde sus inicios, porque cuestiona la operación de la empresa, sus “para qué” y sus “cómo”. Sin embargo, si ha habido alguna guía para avanzar hacia una empresa que aporte a la sociedad gracias a la cual existe, es la responsabilidad social.

Así que, aquellas empresas que encontraron en el ejercicio de la responsabilidad social un camino hacia el liderazgo, tienen una ventaja competitiva sobre los millones de otras que postergaron su implementación.

El mundo, la sociedad y la economía cambiaron vertiginosamente en 2020. Ahora las empresas tienen que identificar y responder, al mismo tiempo, las nuevas demandas sociales y las nuevas prioridades de los consumidores. La RSE ya no es más una tendencia que se puede elegir seguir o no, es la brújula empresarial a partir de 2021.

En la coyuntura mundial, la crisis es la constante. Siendo los principios de responsabilidad social, la ética empresarial, la vinculación con la comunidad, la sostenibilidad y la calidad de vida en la empresa; hoy se fortalecen y su interconexión es más clara que nunca. No hay un proceso de resignificación, sino nuevas prioridades en cada uno de estos ámbitos.

El mercado laboral ha cambiado las reglas del juego y el modo de brindar calidad de vida en la empresa. ¿Cuál será ese valor agregado, cada vez más intangible, en un espacio laboral virtual? ¿Hasta qué punto los esquemas de trabajo híbridos, combinados con horarios flexibles representarán productividad para las empresas, y en qué momento se convertirían en un riesgo de seguridad al facilitar que los colaboradores trabajen al mismo tiempo para la competencia?

En términos de sostenibilidad, no habrá cabida para aquellos que no se comprometan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es necesario  que las empresas volteen hacia la economía circular. Sin embargo, la convicción de su pertinencia no trae consigo soluciones en la gestión de negocio. La necesidad de construir alianzas entre empresas ha dejado de ser una utopía para convertirse en la única posibilidad real de caminar hacia un mundo más sostenible; que brinde oportunidades para todos.

Sobra argumentar lo importante que ha sido en los últimos meses la vinculación de las empresas con su comunidad. Volcaron sus presupuestos en acciones filantrópicas con las que se pudieran paliar las necesidades de miles de personas; pero, en términos de sostenibilidad, el modo de relacionarse con los sectores más desfavorecidos tiene que ser diferente en la postpandemia.

El Covid ha resultado ser un gran maestro en la democratización de las problemáticas y en la búsqueda de soluciones. Los grupos minoritarios encontraron oportunidades de negocio, se vincularon entre sí y encontraron su propio espacio en pequeños mercados. Queda claro que, a la par del cierre de miles de empresas, nuevas iniciativas se abren paso en una economía  que avanza aceleradamente hacia la transformación digital.

¿Cuál será la ética empresarial, socialmente responsable, ahora que aumentará la automatización de procesos, funciones y puestos de trabajo, generando despidos masivos de colaboradores, y trayendo consigo otras crisis sociales? La innovación tecnológica tendrá que ir de la mano de la responsabilidad social. Luego de la pandemia, la RSE seguirá siendo la brújula para las empresas, el norte que les permitirá redescubrir sus “para qué”, sin perder el rumbo.

La responsabilidad social empresarial para todos, ¿cómo adoptar prácticas socialmente responsables sí mi empresa es una pyme?

En la actualidad, hablar sobre la Responsabilidad Social Empresarial se ha ligado como un término que únicamente las grandes empresas deben ejecutar, ya sea por recursos económicos, tiempo o por el concepto de que estas son las que tienen la responsabilidad de realizar buenas prácticas por el gran impacto que genera la producción en masa. Cuando, en realidad, el compromiso es de todos los que ejecutamos actividades comerciales, desde la compra o venta de productos y/o servicios que requieran recursos de la tierra y que, a la vez, la producción de estos, generen un impacto social, ambiental y económico sin importar la escala de producción.

Es importante considerar que las pequeñas y medianas empresas no tienen los mismos recursos –tangibles e intangibles- que una gran empresa puede tener, sin embargo, existen prácticas básicas que acercan al microempresario a realizar acciones socialmente responsables.

Compromiso con tus colaboradores.

No todo es buscar un fondo de la empresa para realizar grandes donativos. Para comenzar, puedes cumplir con tu obligación como patrón de darle a tu público interno un trato justo, estar dentro de los estándares de la ley y otorgarle a tus colaboradores las prestaciones que les corresponden, proporcionarles herramientas de trabajo de calidad, capacitarlos para su desarrollo humano dentro y fuera de la empresa. Con estas acciones verás que tu clima laboral mejorará y el nivel de productividad incrementará.  Cuida de ellos y ellos cuidarán de tu negocio. Implementemos acciones sobre los valores humanos y el Bien Común.

Inclusión.

Las pequeñas y medianas empresas son las mayores generadoras de empleo en México y por ello es importante que existan políticas de inclusión que no discriminen por género, creencias, preferencias sexuales, edad o condiciones médicas. De esta manera podrás apoyar a la sociedad para que tenga mayores oportunidades laborales, que su voz sea escuchada y tomada en cuenta, así podrás incrementar el nivel de profesionalismo dentro de tu empresa.  Demuestra que lo importante es el saber hacer. Vivamos los valores del Respeto a la Dignidad, Inclusión y Empatía en nuestras decisiones diarias.

Escucha a tu comunidad.

Conoce las necesidades de tu comunidad y apóyala en lo que esté a tu alcance. Trabaja de la mano para erradicar problemas que puedan afectar la colonia o la zona donde se encuentra tu empresa. Aplica la solidaridad y empatía con todos y hazles saber que cuentan con tu apoyo para exigir y trabajar por las mejoras de la localidad. Busca el bien común y reconoce que tus consumidores y colaboradores son la base del funcionamiento de tu empresa. Incorporemos en nuestra empresa y en nuestra participación social los valores de Solidaridad y Subsidiariedad.

Detecta el daño que tus operaciones hacen y sé consciente de ello.

Aunque la producción de tus productos y servicios no sea tan elevada, debes considerar que cualquier acción que realicemos día con día conlleva un impacto a los agentes de nuestro entorno, ya sea positivo o negativo. Detecta todas aquellas actividades que generen algún daño a tu comunidad, al planeta y a tus colaboradores, crea estrategias que puedan minimizar ese impacto o en su medida, innovar tus procesos para que sean menos nocivos. El tamaño de la empresa no justifica ignorar los problemas que entre todos generamos. Promovamos la innovación y la sustentabilidad para generar valor.

Es mejor comenzar con pequeños pasos a nunca empezar. Todas las acciones suman y lo que se deja de hacer, resta. Rompamos el mito de que solo las empresas y el gobierno, por ser entes grandes, tienen la responsabilidad de mantenernos a salvo de nuestras propias decisiones. Todo comienza desde uno mismo, educa a todos los agentes que interactúan con tu empresa y así podrás hacerlos partícipes de un enorme cambio. Si las PYMES generan son la base de la economía y consumo mexicano, ¿seguirás pensando que no es responsabilidad tuya?

¿Sabías qué?

El 87.3% de la población ocupada en las PyMEs recibe alguna prestación, mientras que el 76.0% recibe servicios de salud y otras prestaciones.

¿Sabías qué?

Durante 2018, en promedio, las PyMEs invirtieron 181 mil pesos en temas de capacitaciones, actividades recreativas, becas, equipo, uniformes, entre otros conceptos relacionados.

¿Sabías qué?

El 26.5% de las mujeres en la población ocupada se encuentra trabajando en una PyME.

El 27.3% de los jóvenes (personas menores a 30 años) dentro de la población ocupada se encuentra trabajando en una PyME.

El papel fundamental de los empresarios en beneficio de México

Para que un país crezca de manera adecuada y ofrezca mejores oportunidades a sus ciudadanos requiere facilitar el emprendimiento de todo tipo de negocios y facilitar el desarrollo de los que ya existen. En la medida en que se fomenta que más personas puedan aportar con entusiasmo a la sociedad asumiendo el resto de ser empresarios, mayores beneficios esta misma sociedad recibe.

En México, aunque los números están variando por la crisis, hay más de 4 millones de unidades económicas registradas ante las autoridades, es decir, más de 4 millones de empresas de todos los tamaños, pero ese universo es dominado por las pymes, pues éstas constituyen el 90% del total de empresas. Este último dato conviene subrayarlo para entender la trascendencia de su aportación y el riesgo que corren si no reciben facilidades y apoyo.

 

Más empresas, más empleos

En la actualidad, las empresas de todos los tamaños son la que crean el 78 por ciento de todos los empleos del país y las grandes, a pesar de ser menos, aportan el 58 por ciento del PIB nacional.

Esos empleos no sólo permiten que los colaboradores y sus familias tengan asegurado el sustento, sino que a través de sus aportaciones al Seguro Social este instituto, que es tripartita (gobierno, empresas, trabajadores) puede fortalecerse. Y más aún, los impuestos que los sueldos de esos colaboradores generan son un ingreso importantísimo para el gobierno, independiente incluso de los impuestos que la empresa en sí debe pagar.

 

Empresa lugar de crecimiento

Reducir la labor de los empresarios a ser generadores de sueldos e impuestos es una concepción limitada que también, a largo plazo, reduce la trascendencia de la labor empresarial y desalienta la creación de más empresas, pues no se reduce su aportación a la vida de sus colaboradores y a la sociedad en su conjunto.

Más que nada se debe recordar, y procurar de forma consciente, que las empresas son comunidades, son lugares de encuentro de las que han salido, incluso, millones de matrimonios, compadrazgos y amistades duraderas.

Pero más allá de esas relaciones personales, la empresa responsable se convierte en un espacio propicio para el desarrollo humano pleno de sus colaboradores a través de la oportunidad de hacer las cosas y hacerlas bien. Saber que el trabajo individual aporta la creación de bienes y servicios para la sociedad permite a los colaboradores sentir satisfacción en el día a día.

Además, las empresas se prestan para ser lugares de crecimiento personal cuando se favorece de manera adecuada la capacitación y el desarrollo personal logran que alguien que entre en los más bajos puestos, pueda con voluntad, ganas y talento avanzar en la jerarquía.

Los empresarios, asimismo, procuran apostar a la innovación tecnológica para la mejora de sus procesos, pero también para la protección de sus colaboradores para evitarles daños a su salud o la exposición a riesgos innecesarios. Además, los empresarios con cada día más consciente del compromiso con el cuidado del medio ambiente y procuran tener formas de producción que sean ecológicamente viables y que reduzcan el impacto negativo en el medio ambiente.

Los empresarios de todos los tamaños se juegan mucho a diario para cumplir sus múltiples obligaciones y mantener a flote no sus empresas, sino todo lo que de ellas depende, pues el futuro del país pasa por el futuro de sus empresas.

México y la economía incluyente

La economía incluyente busca que todos los miembros de una nación puedan tener oportunidades porque se crean las condiciones para ello.

Tras un año de pandemia, qué hemos aprendido del trabajo a distancia y cómo mejorar la relación con nuestros colaboradores

A principios de 2017, se apoderó de las redes un video donde un comentarista de la BBC era interrumpido por la aparición de sus hijos en la pantalla. Los pequeños fueron “cazados” por su madre y sacados del estudio donde su papá continuó con su trabajo. Nadie imaginaría que lo que hace unos tres años era una anécdota muy curiosa, se convertiría en la escena más cotidiana durante 2020.

Replantear para avanzar

Muchos de los cambios que iniciaron a partir de la pandemia no serán reversibles. Los modelos de negocio, las compras por internet y, por supuesto, el home office van a seguir creciendo. Hace casi un año, en la mayor parte de las empresas, se tuvo que improvisar y sacar soluciones a gran velocidad; pero hoy ya no se puede seguir de esa forma.

Es cierto que aún no se ve con claridad el final de esta etapa y todavía no hay un panorama completo de cómo quedarán algunos aspectos de nuestras vidas y negocios. Pero eso ya no puede ser pretexto para renunciar a planear hacia donde se quiere avanzar, a dimensionar las nuevas dificultades y cómo se pueden vencer. En este último año se ha acumulado un gran aprendizaje que debe ser utilizado como base para esta reflexión con y para nuestros colaboradores.

Aprovechar lo aprendido

En el tiempo transcurrido desde el inicio de la pandemia, nuestros colaboradores han tenido también la oportunidad de conocerse a sí mismos en un nuevo escenario. Es posible que algunos de ellos hayan descubierto que sus periodos productivos no necesariamente coincidían con los antiguos horarios de oficina. O que la tranquilidad de ya no tener que salir tan temprano del hogar y pasar un lapso largo en el transporte público, les hace estar de mejor humor y más concentrados en sus tareas. Muchos estarán felices de tener la oportunidad de disfrutar más a su familia, de estar presentes en las comidas, de poder bañar a sus pequeños, etc.

Por el contrario, también habrá los que han descubierto que mantener el ritmo de trabajo sin elementos externos que los regulen les ha resultado más difícil de los que pensaban. Habrá aquellos a los que su hogar no les ofrece las condiciones adecuadas para trabajar por situaciones tan simples como estar ubicado en una avenida y el nivel de ruido ser elevado. Otros quizá extrañan el periodo de transporte de la oficina a su casa porque les ofrecía la oportunidad de desconectarse y oír música o las noticias. Las posibilidades son tantas como cada uno de nuestros colaboradores.

Es importante conocer esos detalles de la forma en la que los colaboradores se han adaptado o no las nuevas condiciones de trabajo, porque pueden convertirse en poderosas fuentes de motivación o en obstáculos crecientes a medida que pasa el tiempo. Por eso deben ser considerados para que en la medida de lo posible se allanen las dificultades y, sobre todo, para aprovechar todas las ventajas que sí han encontrado en este nuevo formato. La comunicación abierta, directa y asertiva es indispensable para lograrlo.

Flexibilidad es lo de hoy

Dicen que los juncos resisten los temporales porque se mueven con el viento. Las empresas tienen que aprender de la reflexibilidad de los juncos, pero ya quedó atrás el simplemente moverse hacia donde lleva el viento. El reto actual es moverse juntos con flexibilidad, empresarios, directivos y colaboradores para dirigirse desde ya a donde quieren llegar. Y eso sólo se logrará si se recuperan todas las experiencias positivas de estos últimos meses para replicarlas; se resuelven las negativas y se crean nuevas opciones que pasen de la sorpresa inicial, a convertirse en nuevos horizontes.

La importancia de la transparencia relacional dentro y fuera de la organización.

¿Te has fijado en los ambientes que rodean las negociones en las películas? No es difícil recordar alguna escena de una película de alguna donde se negocia un trato turbio y este tiene lugar en un sótano, con paredes fuertes, con poca iluminación y una música lúgubre. En contraste, un trato que favorecedor, de aquellos famosos de ganar-ganar, aunque sean fruto de muchos ires y venires se dan en lugares con luz con una escenografía llena de cristales traslúcidos.

Ciertamente, las películas mueven así nuestra percepción para acentuar esos sentimientos que nosotros percibimos también en la vida real. Hay empresas que se siente llenas de transparencia y hay un nivel de satisfacción entre los colaboradores como hay otras, donde tristemente, se siente opacidad y pesadez en el ambiente.

La diferencia entre unas y otras empresas se da por la importancia que dan o no a la transparencia relacional, la cual no sólo se da entre los que son partícipes de la empresa sino que se proyecta también al exterior.

Empieza con la gente

Se atribuye al sabio Blas Pascal la frase “Si no actúas como piensas, va a terminar pensado como actúas”, la cual encierra una verdad muy importante que tiene que ver con la integridad personal pero también se refleja en las actividades de las empresas donde también se requiere transparencia y coherencia tanto en las personas como en la institución.

Las empresas, antes que otra cosa, son comunidades, es decir, se conforman a partir de diversas relaciones, entre las que destaca la que los jefes y líderes mantienen con sus colaboradores. Así que la transparencia relacional empieza precisamente por ahí y recae en quienes tienen posiciones relevantes lograrlo.

Quienes encabezan las empresas, deben ser los primeros en trabajar esa coherencia entre lo que se es y lo que se hace, pues sólo si hay claridad y correspondencia entre ambas instancias, se podrá construir una relación que refleje esa transparencia.

Vivir en todo momento como una persona íntegra se ve en cómo se piensa, se dice, se siente y se hace. Quien cree en la equidad, no hará comentarios despectivos, se sentirá movido por las situaciones de desigualdad y procurará que en el lugar de trabajo todos tengan el mismo trato y las mismas oportunidades.

Llegando lejos

Los colaboradores perciben esas actitudes y su coherencia, lo cual facilita un ambiente de cooperación y compromiso. Sobre todo, cuando además los liderazgos fomentan y buscan que esos mismos valores humanos se reflejen las políticas institucionales.

Por eso es tan determinante procurar que todo se integre de la mejor manera para que quienes tienen puestos directivos establezcan una relación de confianza y trabajo conjunto con sus colaboradores que, a la vez, refleje la visión y la misión de cada empresa.

Así como la luz no se puede ocultar, cuando una empresa se beneficia de vivencia de valores y coherencia, esto se proyecta al exterior y la imagen de esta se percibe como confiable y, por tanto, atractiva para establecer relaciones comerciales y de sinergia. La trasparencia fomenta relaciones sólidas, duraderas y gratificantes.

El procesamiento balanceado como herramienta para generar consensos.

En medio de la incertidumbre que vivimos, hay una certeza: todo está cambiando, y esto incluye las formas de vender, trabajar, relacionarse, estudiar y hasta divertirse. No se trata en realidad de nada nuevo, todos esos cambios estaban ocurriendo; pero gracias a la pandemia se han acelerado. Por lo mismo, resulta imprescindible meter velocidad a la adopción de nuevas habilidades en el liderazgo para que este sea efectivo y responda a las necesidades actuales.

Las softskills

El hecho de ser el jefe de un equipo de trabajo es una realidad externa, pero lo importante tiene que ver con lo interno, con cómo te desenvuelves al frente de ese equipo. Eso interno es a lo que se refieren las llamadas softskills. Las softskills, cuya traducción literal es habilidades blandas, se refieren a ese grupo de aptitudes que se aprenden y desarrollan de forma personal y que son la mejor base sobre las que se puede construir una relación con los colaboradores que sea más honesta, más eficaz y más armónica.

En otras palabras, el liderazgo que requiere hoy es aquel al que podemos agregar el calificativo de auténtico. El liderazgo auténtico no se apalanca en el simple hecho de “soy el jefe y me obedecen”, sino que debe basarse en esas softskills sobre todo para dirigir de manera correcta la toma de decisiones que implican tanto emociones como razón, y que deben lograr un consenso con los colaboradores.

Las emociones y la razón

Es muy común hablar del conflicto entre lo que se siente y lo que se piensa, y decir que nos movemos más sobre una línea que sobre otra. Pero lo ideal es lograr procesamiento balanceado donde las emociones impulsen los objetivos que se fijan racionalmente y, por tanto, hay claridad en el grupo de colaboradores para ir por ese camino.

Esto no se puede lograr si antes no hay un autoconocimiento que permita discernir el peso de las emociones y que clarifique la importancia de esos objetivos. Si no los hemos pasado por el tamiz de nuestras propias emociones y convicciones, no lograremos contagiar de ilusión ni persuadir a nuestros colaboradores de la trascendencia de esos objetivos por más que externamente se vean como la mejor opción.

Para consolidar este liderazgo, también entra en juego la perspectiva moral, es decir, el liderazgo sólo será auténtico si se basa en la fidelidad a nuestros principios. Debemos buscar que nuestro actuar esté en consonancia con nuestros valores fundamentales.

Buenas prácticas, grandes retos

La vivencia de los valores no sólo ayuda a encontrar el equilibrio entre razón y emociones, sino que permite un ambiente de confianza donde el colaborador encuentra estímulo y motivación, porque la coherencia del líder lo anima, se siente valorado y se compromete con los procesos de principio a fin, e incluso está dispuesto a dar un plus.

En el entorno actual es un reto basar el liderazgo en la integridad personal y en comprometerse con la transparencia en las prácticas interna y externas de la empresa. Pero por eso, es más necesario que nunca emprender ese camino basado en un liderazgo auténtico que permita consolidar empresas más comprometidas con sus colaboradores, con la sustentabilidad y con la sociedad en general.