Tras un año de pandemia, qué hemos aprendido del trabajo a distancia y cómo mejorar la relación con nuestros colaboradores

A principios de 2017, se apoderó de las redes un video donde un comentarista de la BBC era interrumpido por la aparición de sus hijos en la pantalla. Los pequeños fueron “cazados” por su madre y sacados del estudio donde su papá continuó con su trabajo. Nadie imaginaría que lo que hace unos tres años era una anécdota muy curiosa, se convertiría en la escena más cotidiana durante 2020.

Replantear para avanzar

Muchos de los cambios que iniciaron a partir de la pandemia no serán reversibles. Los modelos de negocio, las compras por internet y, por supuesto, el home office van a seguir creciendo. Hace casi un año, en la mayor parte de las empresas, se tuvo que improvisar y sacar soluciones a gran velocidad; pero hoy ya no se puede seguir de esa forma.

Es cierto que aún no se ve con claridad el final de esta etapa y todavía no hay un panorama completo de cómo quedarán algunos aspectos de nuestras vidas y negocios. Pero eso ya no puede ser pretexto para renunciar a planear hacia donde se quiere avanzar, a dimensionar las nuevas dificultades y cómo se pueden vencer. En este último año se ha acumulado un gran aprendizaje que debe ser utilizado como base para esta reflexión con y para nuestros colaboradores.

Aprovechar lo aprendido

En el tiempo transcurrido desde el inicio de la pandemia, nuestros colaboradores han tenido también la oportunidad de conocerse a sí mismos en un nuevo escenario. Es posible que algunos de ellos hayan descubierto que sus periodos productivos no necesariamente coincidían con los antiguos horarios de oficina. O que la tranquilidad de ya no tener que salir tan temprano del hogar y pasar un lapso largo en el transporte público, les hace estar de mejor humor y más concentrados en sus tareas. Muchos estarán felices de tener la oportunidad de disfrutar más a su familia, de estar presentes en las comidas, de poder bañar a sus pequeños, etc.

Por el contrario, también habrá los que han descubierto que mantener el ritmo de trabajo sin elementos externos que los regulen les ha resultado más difícil de los que pensaban. Habrá aquellos a los que su hogar no les ofrece las condiciones adecuadas para trabajar por situaciones tan simples como estar ubicado en una avenida y el nivel de ruido ser elevado. Otros quizá extrañan el periodo de transporte de la oficina a su casa porque les ofrecía la oportunidad de desconectarse y oír música o las noticias. Las posibilidades son tantas como cada uno de nuestros colaboradores.

Es importante conocer esos detalles de la forma en la que los colaboradores se han adaptado o no las nuevas condiciones de trabajo, porque pueden convertirse en poderosas fuentes de motivación o en obstáculos crecientes a medida que pasa el tiempo. Por eso deben ser considerados para que en la medida de lo posible se allanen las dificultades y, sobre todo, para aprovechar todas las ventajas que sí han encontrado en este nuevo formato. La comunicación abierta, directa y asertiva es indispensable para lograrlo.

Flexibilidad es lo de hoy

Dicen que los juncos resisten los temporales porque se mueven con el viento. Las empresas tienen que aprender de la reflexibilidad de los juncos, pero ya quedó atrás el simplemente moverse hacia donde lleva el viento. El reto actual es moverse juntos con flexibilidad, empresarios, directivos y colaboradores para dirigirse desde ya a donde quieren llegar. Y eso sólo se logrará si se recuperan todas las experiencias positivas de estos últimos meses para replicarlas; se resuelven las negativas y se crean nuevas opciones que pasen de la sorpresa inicial, a convertirse en nuevos horizontes.

La importancia de la transparencia relacional dentro y fuera de la organización.

¿Te has fijado en los ambientes que rodean las negociones en las películas? No es difícil recordar alguna escena de una película de alguna donde se negocia un trato turbio y este tiene lugar en un sótano, con paredes fuertes, con poca iluminación y una música lúgubre. En contraste, un trato que favorecedor, de aquellos famosos de ganar-ganar, aunque sean fruto de muchos ires y venires se dan en lugares con luz con una escenografía llena de cristales traslúcidos.

Ciertamente, las películas mueven así nuestra percepción para acentuar esos sentimientos que nosotros percibimos también en la vida real. Hay empresas que se siente llenas de transparencia y hay un nivel de satisfacción entre los colaboradores como hay otras, donde tristemente, se siente opacidad y pesadez en el ambiente.

La diferencia entre unas y otras empresas se da por la importancia que dan o no a la transparencia relacional, la cual no sólo se da entre los que son partícipes de la empresa sino que se proyecta también al exterior.

Empieza con la gente

Se atribuye al sabio Blas Pascal la frase “Si no actúas como piensas, va a terminar pensado como actúas”, la cual encierra una verdad muy importante que tiene que ver con la integridad personal pero también se refleja en las actividades de las empresas donde también se requiere transparencia y coherencia tanto en las personas como en la institución.

Las empresas, antes que otra cosa, son comunidades, es decir, se conforman a partir de diversas relaciones, entre las que destaca la que los jefes y líderes mantienen con sus colaboradores. Así que la transparencia relacional empieza precisamente por ahí y recae en quienes tienen posiciones relevantes lograrlo.

Quienes encabezan las empresas, deben ser los primeros en trabajar esa coherencia entre lo que se es y lo que se hace, pues sólo si hay claridad y correspondencia entre ambas instancias, se podrá construir una relación que refleje esa transparencia.

Vivir en todo momento como una persona íntegra se ve en cómo se piensa, se dice, se siente y se hace. Quien cree en la equidad, no hará comentarios despectivos, se sentirá movido por las situaciones de desigualdad y procurará que en el lugar de trabajo todos tengan el mismo trato y las mismas oportunidades.

Llegando lejos

Los colaboradores perciben esas actitudes y su coherencia, lo cual facilita un ambiente de cooperación y compromiso. Sobre todo, cuando además los liderazgos fomentan y buscan que esos mismos valores humanos se reflejen las políticas institucionales.

Por eso es tan determinante procurar que todo se integre de la mejor manera para que quienes tienen puestos directivos establezcan una relación de confianza y trabajo conjunto con sus colaboradores que, a la vez, refleje la visión y la misión de cada empresa.

Así como la luz no se puede ocultar, cuando una empresa se beneficia de vivencia de valores y coherencia, esto se proyecta al exterior y la imagen de esta se percibe como confiable y, por tanto, atractiva para establecer relaciones comerciales y de sinergia. La trasparencia fomenta relaciones sólidas, duraderas y gratificantes.