La responsabilidad social empresarial tras la pandemia

Nunca antes había sido tan importante preguntarse los “para qué”, quizá porque las reflexiones habían sido dejadas a los académicos o teóricos de la economía. Sin embargo, la pandemia del Covid ha obligado a las empresas a regresar a su origen, enraizado en el más puro sentido social.

La actual crisis exige respuestas rápidas, pero no por ello superfluas. Hay que recordar la frase de Henry Ford: “un negocio que no hace algo más que dinero es un negocio pobre”. Sin duda, esto plantea un punto de partida, pero no marca una ruta.

La responsabilidad social empresarial (RSE) ha sido un concepto revolucionario desde sus inicios, porque cuestiona la operación de la empresa, sus “para qué” y sus “cómo”. Sin embargo, si ha habido alguna guía para avanzar hacia una empresa que aporte a la sociedad gracias a la cual existe, es la responsabilidad social.

Así que, aquellas empresas que encontraron en el ejercicio de la responsabilidad social un camino hacia el liderazgo, tienen una ventaja competitiva sobre los millones de otras que postergaron su implementación.

El mundo, la sociedad y la economía cambiaron vertiginosamente en 2020. Ahora las empresas tienen que identificar y responder, al mismo tiempo, las nuevas demandas sociales y las nuevas prioridades de los consumidores. La RSE ya no es más una tendencia que se puede elegir seguir o no, es la brújula empresarial a partir de 2021.

En la coyuntura mundial, la crisis es la constante. Siendo los principios de responsabilidad social, la ética empresarial, la vinculación con la comunidad, la sostenibilidad y la calidad de vida en la empresa; hoy se fortalecen y su interconexión es más clara que nunca. No hay un proceso de resignificación, sino nuevas prioridades en cada uno de estos ámbitos.

El mercado laboral ha cambiado las reglas del juego y el modo de brindar calidad de vida en la empresa. ¿Cuál será ese valor agregado, cada vez más intangible, en un espacio laboral virtual? ¿Hasta qué punto los esquemas de trabajo híbridos, combinados con horarios flexibles representarán productividad para las empresas, y en qué momento se convertirían en un riesgo de seguridad al facilitar que los colaboradores trabajen al mismo tiempo para la competencia?

En términos de sostenibilidad, no habrá cabida para aquellos que no se comprometan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es necesario  que las empresas volteen hacia la economía circular. Sin embargo, la convicción de su pertinencia no trae consigo soluciones en la gestión de negocio. La necesidad de construir alianzas entre empresas ha dejado de ser una utopía para convertirse en la única posibilidad real de caminar hacia un mundo más sostenible; que brinde oportunidades para todos.

Sobra argumentar lo importante que ha sido en los últimos meses la vinculación de las empresas con su comunidad. Volcaron sus presupuestos en acciones filantrópicas con las que se pudieran paliar las necesidades de miles de personas; pero, en términos de sostenibilidad, el modo de relacionarse con los sectores más desfavorecidos tiene que ser diferente en la postpandemia.

El Covid ha resultado ser un gran maestro en la democratización de las problemáticas y en la búsqueda de soluciones. Los grupos minoritarios encontraron oportunidades de negocio, se vincularon entre sí y encontraron su propio espacio en pequeños mercados. Queda claro que, a la par del cierre de miles de empresas, nuevas iniciativas se abren paso en una economía  que avanza aceleradamente hacia la transformación digital.

¿Cuál será la ética empresarial, socialmente responsable, ahora que aumentará la automatización de procesos, funciones y puestos de trabajo, generando despidos masivos de colaboradores, y trayendo consigo otras crisis sociales? La innovación tecnológica tendrá que ir de la mano de la responsabilidad social. Luego de la pandemia, la RSE seguirá siendo la brújula para las empresas, el norte que les permitirá redescubrir sus “para qué”, sin perder el rumbo.

La responsabilidad social empresarial para todos, ¿cómo adoptar prácticas socialmente responsables sí mi empresa es una pyme?

En la actualidad, hablar sobre la Responsabilidad Social Empresarial se ha ligado como un término que únicamente las grandes empresas deben ejecutar, ya sea por recursos económicos, tiempo o por el concepto de que estas son las que tienen la responsabilidad de realizar buenas prácticas por el gran impacto que genera la producción en masa. Cuando, en realidad, el compromiso es de todos los que ejecutamos actividades comerciales, desde la compra o venta de productos y/o servicios que requieran recursos de la tierra y que, a la vez, la producción de estos, generen un impacto social, ambiental y económico sin importar la escala de producción.

Es importante considerar que las pequeñas y medianas empresas no tienen los mismos recursos –tangibles e intangibles- que una gran empresa puede tener, sin embargo, existen prácticas básicas que acercan al microempresario a realizar acciones socialmente responsables.

Compromiso con tus colaboradores.

No todo es buscar un fondo de la empresa para realizar grandes donativos. Para comenzar, puedes cumplir con tu obligación como patrón de darle a tu público interno un trato justo, estar dentro de los estándares de la ley y otorgarle a tus colaboradores las prestaciones que les corresponden, proporcionarles herramientas de trabajo de calidad, capacitarlos para su desarrollo humano dentro y fuera de la empresa. Con estas acciones verás que tu clima laboral mejorará y el nivel de productividad incrementará.  Cuida de ellos y ellos cuidarán de tu negocio. Implementemos acciones sobre los valores humanos y el Bien Común.

Inclusión.

Las pequeñas y medianas empresas son las mayores generadoras de empleo en México y por ello es importante que existan políticas de inclusión que no discriminen por género, creencias, preferencias sexuales, edad o condiciones médicas. De esta manera podrás apoyar a la sociedad para que tenga mayores oportunidades laborales, que su voz sea escuchada y tomada en cuenta, así podrás incrementar el nivel de profesionalismo dentro de tu empresa.  Demuestra que lo importante es el saber hacer. Vivamos los valores del Respeto a la Dignidad, Inclusión y Empatía en nuestras decisiones diarias.

Escucha a tu comunidad.

Conoce las necesidades de tu comunidad y apóyala en lo que esté a tu alcance. Trabaja de la mano para erradicar problemas que puedan afectar la colonia o la zona donde se encuentra tu empresa. Aplica la solidaridad y empatía con todos y hazles saber que cuentan con tu apoyo para exigir y trabajar por las mejoras de la localidad. Busca el bien común y reconoce que tus consumidores y colaboradores son la base del funcionamiento de tu empresa. Incorporemos en nuestra empresa y en nuestra participación social los valores de Solidaridad y Subsidiariedad.

Detecta el daño que tus operaciones hacen y sé consciente de ello.

Aunque la producción de tus productos y servicios no sea tan elevada, debes considerar que cualquier acción que realicemos día con día conlleva un impacto a los agentes de nuestro entorno, ya sea positivo o negativo. Detecta todas aquellas actividades que generen algún daño a tu comunidad, al planeta y a tus colaboradores, crea estrategias que puedan minimizar ese impacto o en su medida, innovar tus procesos para que sean menos nocivos. El tamaño de la empresa no justifica ignorar los problemas que entre todos generamos. Promovamos la innovación y la sustentabilidad para generar valor.

Es mejor comenzar con pequeños pasos a nunca empezar. Todas las acciones suman y lo que se deja de hacer, resta. Rompamos el mito de que solo las empresas y el gobierno, por ser entes grandes, tienen la responsabilidad de mantenernos a salvo de nuestras propias decisiones. Todo comienza desde uno mismo, educa a todos los agentes que interactúan con tu empresa y así podrás hacerlos partícipes de un enorme cambio. Si las PYMES generan son la base de la economía y consumo mexicano, ¿seguirás pensando que no es responsabilidad tuya?

¿Sabías qué?

El 87.3% de la población ocupada en las PyMEs recibe alguna prestación, mientras que el 76.0% recibe servicios de salud y otras prestaciones.

¿Sabías qué?

Durante 2018, en promedio, las PyMEs invirtieron 181 mil pesos en temas de capacitaciones, actividades recreativas, becas, equipo, uniformes, entre otros conceptos relacionados.

¿Sabías qué?

El 26.5% de las mujeres en la población ocupada se encuentra trabajando en una PyME.

El 27.3% de los jóvenes (personas menores a 30 años) dentro de la población ocupada se encuentra trabajando en una PyME.

El papel fundamental de los empresarios en beneficio de México

Para que un país crezca de manera adecuada y ofrezca mejores oportunidades a sus ciudadanos requiere facilitar el emprendimiento de todo tipo de negocios y facilitar el desarrollo de los que ya existen. En la medida en que se fomenta que más personas puedan aportar con entusiasmo a la sociedad asumiendo el resto de ser empresarios, mayores beneficios esta misma sociedad recibe.

En México, aunque los números están variando por la crisis, hay más de 4 millones de unidades económicas registradas ante las autoridades, es decir, más de 4 millones de empresas de todos los tamaños, pero ese universo es dominado por las pymes, pues éstas constituyen el 90% del total de empresas. Este último dato conviene subrayarlo para entender la trascendencia de su aportación y el riesgo que corren si no reciben facilidades y apoyo.

 

Más empresas, más empleos

En la actualidad, las empresas de todos los tamaños son la que crean el 78 por ciento de todos los empleos del país y las grandes, a pesar de ser menos, aportan el 58 por ciento del PIB nacional.

Esos empleos no sólo permiten que los colaboradores y sus familias tengan asegurado el sustento, sino que a través de sus aportaciones al Seguro Social este instituto, que es tripartita (gobierno, empresas, trabajadores) puede fortalecerse. Y más aún, los impuestos que los sueldos de esos colaboradores generan son un ingreso importantísimo para el gobierno, independiente incluso de los impuestos que la empresa en sí debe pagar.

 

Empresa lugar de crecimiento

Reducir la labor de los empresarios a ser generadores de sueldos e impuestos es una concepción limitada que también, a largo plazo, reduce la trascendencia de la labor empresarial y desalienta la creación de más empresas, pues no se reduce su aportación a la vida de sus colaboradores y a la sociedad en su conjunto.

Más que nada se debe recordar, y procurar de forma consciente, que las empresas son comunidades, son lugares de encuentro de las que han salido, incluso, millones de matrimonios, compadrazgos y amistades duraderas.

Pero más allá de esas relaciones personales, la empresa responsable se convierte en un espacio propicio para el desarrollo humano pleno de sus colaboradores a través de la oportunidad de hacer las cosas y hacerlas bien. Saber que el trabajo individual aporta la creación de bienes y servicios para la sociedad permite a los colaboradores sentir satisfacción en el día a día.

Además, las empresas se prestan para ser lugares de crecimiento personal cuando se favorece de manera adecuada la capacitación y el desarrollo personal logran que alguien que entre en los más bajos puestos, pueda con voluntad, ganas y talento avanzar en la jerarquía.

Los empresarios, asimismo, procuran apostar a la innovación tecnológica para la mejora de sus procesos, pero también para la protección de sus colaboradores para evitarles daños a su salud o la exposición a riesgos innecesarios. Además, los empresarios con cada día más consciente del compromiso con el cuidado del medio ambiente y procuran tener formas de producción que sean ecológicamente viables y que reduzcan el impacto negativo en el medio ambiente.

Los empresarios de todos los tamaños se juegan mucho a diario para cumplir sus múltiples obligaciones y mantener a flote no sus empresas, sino todo lo que de ellas depende, pues el futuro del país pasa por el futuro de sus empresas.

México y la economía incluyente

La economía incluyente busca que todos los miembros de una nación puedan tener oportunidades porque se crean las condiciones para ello.

Tras un año de pandemia, qué hemos aprendido del trabajo a distancia y cómo mejorar la relación con nuestros colaboradores

A principios de 2017, se apoderó de las redes un video donde un comentarista de la BBC era interrumpido por la aparición de sus hijos en la pantalla. Los pequeños fueron “cazados” por su madre y sacados del estudio donde su papá continuó con su trabajo. Nadie imaginaría que lo que hace unos tres años era una anécdota muy curiosa, se convertiría en la escena más cotidiana durante 2020.

Replantear para avanzar

Muchos de los cambios que iniciaron a partir de la pandemia no serán reversibles. Los modelos de negocio, las compras por internet y, por supuesto, el home office van a seguir creciendo. Hace casi un año, en la mayor parte de las empresas, se tuvo que improvisar y sacar soluciones a gran velocidad; pero hoy ya no se puede seguir de esa forma.

Es cierto que aún no se ve con claridad el final de esta etapa y todavía no hay un panorama completo de cómo quedarán algunos aspectos de nuestras vidas y negocios. Pero eso ya no puede ser pretexto para renunciar a planear hacia donde se quiere avanzar, a dimensionar las nuevas dificultades y cómo se pueden vencer. En este último año se ha acumulado un gran aprendizaje que debe ser utilizado como base para esta reflexión con y para nuestros colaboradores.

Aprovechar lo aprendido

En el tiempo transcurrido desde el inicio de la pandemia, nuestros colaboradores han tenido también la oportunidad de conocerse a sí mismos en un nuevo escenario. Es posible que algunos de ellos hayan descubierto que sus periodos productivos no necesariamente coincidían con los antiguos horarios de oficina. O que la tranquilidad de ya no tener que salir tan temprano del hogar y pasar un lapso largo en el transporte público, les hace estar de mejor humor y más concentrados en sus tareas. Muchos estarán felices de tener la oportunidad de disfrutar más a su familia, de estar presentes en las comidas, de poder bañar a sus pequeños, etc.

Por el contrario, también habrá los que han descubierto que mantener el ritmo de trabajo sin elementos externos que los regulen les ha resultado más difícil de los que pensaban. Habrá aquellos a los que su hogar no les ofrece las condiciones adecuadas para trabajar por situaciones tan simples como estar ubicado en una avenida y el nivel de ruido ser elevado. Otros quizá extrañan el periodo de transporte de la oficina a su casa porque les ofrecía la oportunidad de desconectarse y oír música o las noticias. Las posibilidades son tantas como cada uno de nuestros colaboradores.

Es importante conocer esos detalles de la forma en la que los colaboradores se han adaptado o no las nuevas condiciones de trabajo, porque pueden convertirse en poderosas fuentes de motivación o en obstáculos crecientes a medida que pasa el tiempo. Por eso deben ser considerados para que en la medida de lo posible se allanen las dificultades y, sobre todo, para aprovechar todas las ventajas que sí han encontrado en este nuevo formato. La comunicación abierta, directa y asertiva es indispensable para lograrlo.

Flexibilidad es lo de hoy

Dicen que los juncos resisten los temporales porque se mueven con el viento. Las empresas tienen que aprender de la reflexibilidad de los juncos, pero ya quedó atrás el simplemente moverse hacia donde lleva el viento. El reto actual es moverse juntos con flexibilidad, empresarios, directivos y colaboradores para dirigirse desde ya a donde quieren llegar. Y eso sólo se logrará si se recuperan todas las experiencias positivas de estos últimos meses para replicarlas; se resuelven las negativas y se crean nuevas opciones que pasen de la sorpresa inicial, a convertirse en nuevos horizontes.

La importancia de la transparencia relacional dentro y fuera de la organización.

¿Te has fijado en los ambientes que rodean las negociones en las películas? No es difícil recordar alguna escena de una película de alguna donde se negocia un trato turbio y este tiene lugar en un sótano, con paredes fuertes, con poca iluminación y una música lúgubre. En contraste, un trato que favorecedor, de aquellos famosos de ganar-ganar, aunque sean fruto de muchos ires y venires se dan en lugares con luz con una escenografía llena de cristales traslúcidos.

Ciertamente, las películas mueven así nuestra percepción para acentuar esos sentimientos que nosotros percibimos también en la vida real. Hay empresas que se siente llenas de transparencia y hay un nivel de satisfacción entre los colaboradores como hay otras, donde tristemente, se siente opacidad y pesadez en el ambiente.

La diferencia entre unas y otras empresas se da por la importancia que dan o no a la transparencia relacional, la cual no sólo se da entre los que son partícipes de la empresa sino que se proyecta también al exterior.

Empieza con la gente

Se atribuye al sabio Blas Pascal la frase “Si no actúas como piensas, va a terminar pensado como actúas”, la cual encierra una verdad muy importante que tiene que ver con la integridad personal pero también se refleja en las actividades de las empresas donde también se requiere transparencia y coherencia tanto en las personas como en la institución.

Las empresas, antes que otra cosa, son comunidades, es decir, se conforman a partir de diversas relaciones, entre las que destaca la que los jefes y líderes mantienen con sus colaboradores. Así que la transparencia relacional empieza precisamente por ahí y recae en quienes tienen posiciones relevantes lograrlo.

Quienes encabezan las empresas, deben ser los primeros en trabajar esa coherencia entre lo que se es y lo que se hace, pues sólo si hay claridad y correspondencia entre ambas instancias, se podrá construir una relación que refleje esa transparencia.

Vivir en todo momento como una persona íntegra se ve en cómo se piensa, se dice, se siente y se hace. Quien cree en la equidad, no hará comentarios despectivos, se sentirá movido por las situaciones de desigualdad y procurará que en el lugar de trabajo todos tengan el mismo trato y las mismas oportunidades.

Llegando lejos

Los colaboradores perciben esas actitudes y su coherencia, lo cual facilita un ambiente de cooperación y compromiso. Sobre todo, cuando además los liderazgos fomentan y buscan que esos mismos valores humanos se reflejen las políticas institucionales.

Por eso es tan determinante procurar que todo se integre de la mejor manera para que quienes tienen puestos directivos establezcan una relación de confianza y trabajo conjunto con sus colaboradores que, a la vez, refleje la visión y la misión de cada empresa.

Así como la luz no se puede ocultar, cuando una empresa se beneficia de vivencia de valores y coherencia, esto se proyecta al exterior y la imagen de esta se percibe como confiable y, por tanto, atractiva para establecer relaciones comerciales y de sinergia. La trasparencia fomenta relaciones sólidas, duraderas y gratificantes.

El procesamiento balanceado como herramienta para generar consensos.

En medio de la incertidumbre que vivimos, hay una certeza: todo está cambiando, y esto incluye las formas de vender, trabajar, relacionarse, estudiar y hasta divertirse. No se trata en realidad de nada nuevo, todos esos cambios estaban ocurriendo; pero gracias a la pandemia se han acelerado. Por lo mismo, resulta imprescindible meter velocidad a la adopción de nuevas habilidades en el liderazgo para que este sea efectivo y responda a las necesidades actuales.

Las softskills

El hecho de ser el jefe de un equipo de trabajo es una realidad externa, pero lo importante tiene que ver con lo interno, con cómo te desenvuelves al frente de ese equipo. Eso interno es a lo que se refieren las llamadas softskills. Las softskills, cuya traducción literal es habilidades blandas, se refieren a ese grupo de aptitudes que se aprenden y desarrollan de forma personal y que son la mejor base sobre las que se puede construir una relación con los colaboradores que sea más honesta, más eficaz y más armónica.

En otras palabras, el liderazgo que requiere hoy es aquel al que podemos agregar el calificativo de auténtico. El liderazgo auténtico no se apalanca en el simple hecho de “soy el jefe y me obedecen”, sino que debe basarse en esas softskills sobre todo para dirigir de manera correcta la toma de decisiones que implican tanto emociones como razón, y que deben lograr un consenso con los colaboradores.

Las emociones y la razón

Es muy común hablar del conflicto entre lo que se siente y lo que se piensa, y decir que nos movemos más sobre una línea que sobre otra. Pero lo ideal es lograr procesamiento balanceado donde las emociones impulsen los objetivos que se fijan racionalmente y, por tanto, hay claridad en el grupo de colaboradores para ir por ese camino.

Esto no se puede lograr si antes no hay un autoconocimiento que permita discernir el peso de las emociones y que clarifique la importancia de esos objetivos. Si no los hemos pasado por el tamiz de nuestras propias emociones y convicciones, no lograremos contagiar de ilusión ni persuadir a nuestros colaboradores de la trascendencia de esos objetivos por más que externamente se vean como la mejor opción.

Para consolidar este liderazgo, también entra en juego la perspectiva moral, es decir, el liderazgo sólo será auténtico si se basa en la fidelidad a nuestros principios. Debemos buscar que nuestro actuar esté en consonancia con nuestros valores fundamentales.

Buenas prácticas, grandes retos

La vivencia de los valores no sólo ayuda a encontrar el equilibrio entre razón y emociones, sino que permite un ambiente de confianza donde el colaborador encuentra estímulo y motivación, porque la coherencia del líder lo anima, se siente valorado y se compromete con los procesos de principio a fin, e incluso está dispuesto a dar un plus.

En el entorno actual es un reto basar el liderazgo en la integridad personal y en comprometerse con la transparencia en las prácticas interna y externas de la empresa. Pero por eso, es más necesario que nunca emprender ese camino basado en un liderazgo auténtico que permita consolidar empresas más comprometidas con sus colaboradores, con la sustentabilidad y con la sociedad en general.

Los retos del siguiente año.

Hay eventos que marcan a la humanidad por la manera en la que afectan a generaciones enteras de manera inmediata y porque causan una disrupción en el estilo de vida, en las cadenas de producción y ponen en riesgo inmediato a cientos de miles de familias.

La irrupción de la pandemia califica como uno de los eventos cuyos efectos se verán durante muchos años por venir. Sin embargo, hoy estamos en medio del huracán y los efectos inmediatos ha sido profundos sobre todo en las pymes y en las familias que dependen de ellas.

Todavía no estamos del otro lado, pero la entrada del nuevo año siempre tiene un efecto positivo en nuestra mente para analizar la situación y planear el siguiente año habiendo aprendido la primera lección, la flexibilidad y capacidad de adaptación son indispensables para sobrevivir.

Sí al futuro

Es necesario, con miras al inicio del nuevo año, ver dónde estamos y diversas encuestas muestran que los desafíos que en todo el mundo las pymes enfrentan se pueden resumir en la pérdida significativa del número de clientes y la incertidumbre por los intempestivos cierres y restricciones planteadas por los gobiernos.

Pero también hay una coincidencia en que la tecnología, especialmente, las redes ofrecen oportunidades de acercarse a los clientes de siempre o buscar nuevos. La conciencia de muchos consumidores de favorecer el comercio local también ofrece oportunidad de ganarlos como clientes si se sabe llegar a ellos.

La famosa publicidad de boca en boca, hoy es publicidad de red en red, así que hay que estar presente en todas la que se pueda desde el chat de la colonia, hasta las clásicas de IG, FB y TW. En todas ellas hay que señalar con claridad las formas de contacto, de entrega y toda aquella información que dé confianza a los posibles clientes.

Si el perfil de negocio lo permite, se debe procurar la apertura de tienda en línea o aprovechar plataformas digitales, así como establecer diferentes formas de pago para que los clientes ponderen sus opciones y el pago en efectivo no sea una barrera para concretar una venta.

Redes y lazos

La angustia de ser las únicas personas que están sufriendo los efectos de determinada situación generalmente acentúa la percepción de la gravedad de la misma y suele nublar la mente para encontrar opciones. No han sido pocas las veces que simplemente con encontrar a alguien más que está pasando lo mismo que nosotros, nos sentimos mejor casi de inmediato. Incluso antes de conocer cómo ha enfrentado la situación y encontrar algunas ideas suyas que podamos replicar.

Por eso es tan importante que los pequeños empresarios se acerquen para estrechar lazos y beneficiarse de las ideas exitosas de otras.

Las pymes también se beneficiarán si se acercan a grupos e instituciones que otorgan orientación, que facilitan el networking y ayudan incluso para informar y aprovechar esquemas de financiamiento.

A la vez, la tecnología ha acercado oportunidades de colaboración antes no exploradas, hoy con relativa facilidad se pueden hacer sinergias con pymes que estén en otro estado o incluso en otro país.

No se puede pecar de optimista respecto a cómo se vivirá el próximo año, pero tampoco hay que permitir que el pesimismo se vuelva un lastre que impida ver las oportunidades de transformar el negocio, crear lazos y completar los retos que han de venir.

6 simples pasos para manejar el estrés y mantenerte sano.

Cuando llegas a niveles de cierta responsabilidad o te has lanzado a la aventura de emprender tu propio negocio, es común que el trabajo te consuma de tal modo que a la larga acabes comprometiendo tu salud. Por eso es conveniente considerar estos seis simples pasos para apostar a una vida más saludable y plena.

1 Valora tu trabajo

Al iniciar un negocio se puede caer en la tentación de aceptar todo aquello que se nos ofrezca incluso si es a riesgo de cobrar por debajo de lo que nos toca, vale o incluso hacerlo gratis. Si se trata de una situación ocasional cuyo pago sea conseguir un contrato mejor o mayor difusión, puedes hacerlo; pero sólo si estás seguro de obtener un beneficio. Si no es así, más vale esperar una oportunidad que haga lucir tu trabajo y no te genere estrés.

2 Descansa durante la jornada de trabajo

La pila de pendientes siempre parece creer a mayor velocidad que nuestra capacidad para lidiar con ellos, pero a veces, es la falta de descanso la que nos hace más lentos. Para trabajar con más concentración y seguir disfrutando tu labor es muy conveniente tomar media hora alejado del lugar de trabajo. Lo ideal es salir a caminar, ya sea para ir por un café o a comer, o simplemente disfrutar el paisaje, incluso el citadino ofrece sorpresas.

3 Duerme

Solemos pensar que sacrificar las horas de sueño es una manera de aprovechar mejor el tiempo, sin embargo, para el cuerpo es indispensable contar con un periodo de sueño de 7 a 8 horas seguidas. Al no hacerlo, las capacidades cognitivas se ven afectadas, no damos tiempo a que los niveles de cortisol (la hormona del estrés) bajen con las consecuencias a largo plazo como ganancia de peso y problemas de presión arterial, entre otras.

4 Haz ejercicio

El hacer ejercicio con regularidad trae beneficios para el cuerpo, ayudando no sólo a prevenir el aumentar el peso y todos los daños que pueden venir de ahí, sino que permite liberar endorfinas, que son las hormonas que nos hacen sentir contentos y liberar el estrés. El ejercicio extenuante en realidad no es más útil que jornadas cortas pero intensas, eso sí que se hacen con regularidad.

5 Delegar es la clave

Es muy fácil caer en la tentación de sentir que sólo nosotros hacemos bien las cosas, lo cual de entrada es falso. Si capacitamos adecuadamente a la gente y abrimos canales de comunicación, nuestros colaboradores crecerán y nuestro departamento o nuestro emprendimiento crecerá con ellos. Dicen por ahí que quien no es capaz de delegar, no es capaz de crear algo que se mantenga en el tiempo.

6 Sal de vacaciones

Si luego de un año no eres capaz de soltar tu trabajo por una semana, es probable que algo estés haciendo mal y necesitas volver al punto anterior. Delegar te permite tomar verdaderas vacaciones, las que son indispensables para regresar renovado, relajado y con nuevas ideas.

 

Los pensamientos negativos en el trabajo.

Todos hemos tenido pensamientos negativos, sobre todo acerca de nosotros mismos y nuestro desempeño laboral. Son ideas, que además de remarcar algún aspecto negativo, se expresan como algo absoluto, es decir, incluyen palabras como “nunca”, “jamás”, “siempre”, etc.

Esos pensamientos suelen, además, ocupar de manera preponderante la mente y volverse repetitivos. De esta manera, modelan nuestra actividad y nos hacen actuar conforme a esa negatividad y “comprobar” que teníamos razón al pensar así sobre nosotros mismos. No sólo lastiman nuestra percepción personal, sino que alteran nuestro desempeño laboral.

No los oigo, no los veo

Los pensamientos negativos, como tienen su raíz en mecanismos de defensa que los seres humanos desarrollamos desde hace milenios, pueden con más facilidad apoderarse de nuestra mente que los positivos. Pues estos, en la evolución de nuestras mentes surgieron después, cuando como especie ya no estábamos expuestos a tantos peligros, y podíamos dedicarnos a actividades que eleven el espíritu.

Por eso, cuando hablamos de cómo combatir los pensamientos negativos, la primera respuesta que puede surgir es ignorarlos, pensamos que si no los vemos, no existen y así les daremos la vuelta. Este proceder no resulta tan efectivo porque no tenerlos presentes no les quita su carga y podemos seguir cediendo a su poder sugestivo.

Divide y vencerás

Lo primero que recomiendan los especialistas, como en las batallas, es dividir, en otros términos, fragmentar el pensamiento negativo que tenemos sobre nuestro desempeño laboral para escuchar qué mensajes nos estamos dando.

Lo segundo es explorar, es decir, verlos de lejos, como desde un rincón de la habitación y fuera otra persona que la tiene esa opinión desfavorable de sí mismo. Esto nos permite cuestionar de dónde salió esa idea. ¿Una colega obtuvo un ascenso? ¿Un compañero logró mejores resultados? Y eso nos llevó a pensar que “nunca nos toca”, “siempre nos ignoran”, “jamás venceremos ese resultado”, etc.

El tercer paso es analizar la realidad y valorar todas las situaciones que sí nos han sido favorables, y descubrir qué se puede aprender de esa ocasión en particular sin generalizar los posibles errores. De ahí será posible sacar enseñanzas que ayuden a mejorar.

Inevitables no es invencibles

Debemos reconocer que esos pensamientos negativos vendrán a nuestra mente, no los podemos evitar, pero sí podemos cambiar nuestra respuesta ante ellos si los descargamos de su poder y no permitimos que tomen el control de nuestras acciones.

En el trabajo, podemos identificar alguna conducta “negativa”, como puede ser la impuntualidad o la falta de concentración, y tomar acciones que la reviertan. Así, identificar lo negativo y poner acciones positivas para combatirlo, ayudará a incrementar la productividad, cerrar ventas o mejorar ese proceso que nos ha atorado por meses.

No cedas al poder de los pensamientos negativos, úsalos con honestidad y creatividad para encontrar oportunidades de mejora.